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El sabor de la imagen

A pesar de que el trabajo de los chefs se reconoce desde el paladar, en ocasiones la primera razón por la que un plato resulta atractivo recae sobre lo visual. Por tal motivo, la fotografía gastronómica dejó de ser una tibia tendencia para cobrar protagonismo en el sector.

Bajo la premisa de que lo importante no es que la comida sea rica, sino que den ganas de degustarla, la fotografía gastronómica continúa ganando adeptos.

Se dice que hasta el plato más tentador se ve horrible si la imagen está mal tomada, así como una gran fotografía puede convertir en tentadora una preparación simple.

En este camino la frase “primero la cámara, luego el tenedor” cobra vida. Al respecto, cada vez son más los profesionales que se inclinan por la fotografía culinaria.

Las imágenes que seducen desde una marquesina, una revista, un cartel en la vía pública o desde una red social son producto de una disciplina que evolucionó en los últimos años.

TECNOLOGÍA COMESTIBLE.

De la mano de las plataformas digitales todos creen haberse convertido en fotógrafos, y las imágenes de recetas y comidas se han multiplicado en los últimos años. De hecho, estas ilustraciones encabezan las preferencias de los usuarios a la hora de compartir sus intereses en las redes sociales Flickr, Instagram, WhatsApp, Facebook, Twitter y Pinterest.

En este sentido, no sorprende que los comensales, antes de tomar los cubiertos y degustar la comida, retraten el plato con las cámaras de sus teléfonos.

Los profesionales de la fotografía ven con buenos ojos este fenómeno social media y aseguran que esta interacción promueve el deseo de experimentar diferentes cocinas y culturas, fomentando el turismo gastronómico.

“El entorno culinario en su conjunto está creciendo a pasos agigantados”, sostuvo Eduardo Torres, titular en Torres Fotografía, y afirmó que cada vez se trata de ser más certero en la muestra del producto gastronómico a través de la imagen. Asimismo señaló que “la fotografía gastronómica no es sólo materia de los profesionales, ya hoy cualquiera intenta y busca retratar aquello que cocinó o está comiendo en un restaurante”.

Al respecto, agregó que “en las redes sociales la interacción es tal que miles de usuarios siguen a chefs o blogueros de todo el mundo para saber qué plato están haciendo en ese momento, poder recrearlo y fotografiarlo”.

En este sentido, Torres advirtió que el auge de la “tecnología comestible” convirtió a los platos en “objetos de diseño, de arte, de adorno y de representación de cada lugar, clase social y tiempo”.

Por su parte, la chef Marcela Sorondo, quien se dedica a trabajar sobre la imagen de los platos, comentó que “el objetivo es generar ganas de comer; para ello debemos lograr que una imagen transmita el perfume de la comida”. También declaró que “los estilistas de alimentos no sólo tienen que saber cocinar, sino también encontrar soluciones adecuadas para cada producción”.

IMÁGENES PROHIBIDAS.

Utilizado tanto por los grandes publicistas como por comensales en un bodegón de barrio, el Food Porn es un modo de fotografiar la comida con alto contenido calórico. Así, los pecados capitales “lujuria” y “gula” encuentran su máxima expresión en este fenómeno, que consiste en mostrar platos de una forma irresistible.

Capuchinos con crema y canela, helados, muffins, alfajores, chocolates, una porción de vacío bien jugosa, mozzarella desprendiéndose de una porción de pizza y hamburguesas son sólo algunos de los productos que sobresalen en este tipo de fotografía.

Cabe destacar que Food Porn es un término acuñado hace algunos años para describir imágenes que muestran la comida sin censura. “Cuando uno acerca mucho la cámara al plato, empiezan a aparecer imágenes que remiten directamente al erotismo”, manifestó Torres, y añadió: “La comida tiene mucho que ver con la sensualidad”.

Sosteniendo que la gastronomía es una forma de expresarse, e inmortalizar el momento es uno de los objetivos de la fotografía culinaria, Torres dijo: “La función de cada fotografía es generar apetito, y que aquellos que la vean se sientan seducidos. La foto debe mostrar la realidad, y no dar la impresión de que fue armada en un estudio”.

Cabe destacar que en este estilo fotográfico no hay lugar para platos delicados, fondos impolutos ni iluminaciones diáfanas. Aquí, todo es lujuria y estímulos visuales que hacen agua la boca. En esta sintonía, las imágenes tienden a conectar con los instintos más primarios.

“Los pornógrafos de la fotografía gastronómica son, entonces, quienes a través de las texturas, el movimiento y la cercanía con los ingredientes apelan a los instintos más básicos del ser humano. Para lograrlo, ponen el foco en los aspectos más provocativos de la comida”, explicó Sorondo.

PARA NADA CASUAL.

Son conocidas las fotografías de estudio de crujientes ensaladas y tomates brillantes, con una iluminación perfecta y un diseño cuidado. Sin embargo, desde hace algún tiempo existe una nueva tendencia, cada vez más popular en la fotografía de alimentos: las fotos son oscuras, con sugestivos acentos de luz y texturas rústicas. Este estilo “dark and moody” o “mystic light” se caracteriza por tratarse de imágenes sinceras, espontáneas, algo descuidadas y sombrías.

En estas fotografías sobresalen los contrastes entre luz y sombras, creando escenarios intensos y dramáticos.

Aquí no se busca dar un aspecto artificial y estéril a los platos; en contraposición, se intenta transmitir la idea de mesas cotidianas, con migas, servilletas arrugadas, cubiertos usados y platos a medio comer. El secreto es conseguir un caos controlado.

Del mismo modo, y pese a su falsa esencia rústica, estas fotos no suelen ser espontáneas y requieren el uso de estrategias especiales para escoger los accesorios, diseñar el estilismo de la comida, realizar las fotos y editar las imágenes.

¿CUALQUIER FOTO VALE?

La fotografía culinaria tiene sus trucos, así que –ya sea para compartir un plato en las redes sociales o bien en un trabajo fotográfico gastronómico– en esta disciplina existen diversos tips a considerar si se quiere obtener un retrato tentador.

“Para obtener un muy buen producto final hay que tener en cuenta la iluminación, los ángulos, los brillos de la comida y la profundidad. Se debe tener una sensibilidad gastronómica vinculada al sentido común”, indicó Torres.

En ese sentido, entre las claves para obtener un buen retrato están: el aprovechamiento de la luz ambiente natural para mostrar los ingredientes más frescos; utilizar fondos neutros para resaltar la textura de los alimentos; realizar varios disparos rápidos desde distintos ángulos, especialmente cuando se trabaje con platos calientes; ser conscientes de que la comida es la protagonista y que los objetos que entran en escena, como el mantel o los cubiertos, no deben llamar más la atención que el plato; utilizar las herramientas de manipulación –como pinzas, brochas, sprays y cualquier accesorio que pueda ayudar a operar la comida–; y ser creativos, entre otros aspectos.

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