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Las selfies gastronómicas marcan tendencia

La nueva tribu de los foodies disfruta de la gastronomía como una nueva forma de entretenimiento y copan las redes sociales con sus instantáneas.

El cóctel entre los desarrollos tecnológicos y la moda de “lo gourmet” está en alza y ha permitido que muchos aficionados de la cocina aspiren a alcanzar cotas profesionales en ambas esferas o simplemente disfrutar de este arte gastronómico.

En efecto no es nueva la multiplicación de blogueros que con sus imágenes y videos en las redes sociales nos “deleitan” con bitácoras de comida, recetas y sofisticados platos; además de ser los críticos gastronómicos del siglo XXI.

Por ello ahora la cocina ya no es sólo para los profesionales, y una flamante tendencia inunda las redes sociales convirtiendo platos propios y ajenos en obras de arte.

En esta nómina entran los foodies. Ellos son una “nueva tribu” que contempla a la gastronomía como una forma de entretenimiento social. Concurren a ferias, descubren bodegones y suben las fotos de sus platos preferidos a las redes sociales, donde también arman grupos y sugieren establecimientos “escondidos” para salir a comer.

Todos ingerimos diversos tipos de alimentos, algunos por necesidad y otros por mero gusto; pero para los foodies la necesidad nutricional diaria se ve solapada por la elección de sabores, texturas y productos de calidad.

De hecho, este grupo además de legitimar su consumo gastronómico a través del conocimiento, entiende sobre productos, calidad y conoce las tendencias mundiales; al tiempo que disfruta de la gastronomía como una nueva forma de expresión.

Existe incluso una red social dedicada exclusivamente a ellos: Foodie.com, del mismo tipo y funcionamiento que Pinterest, pero centrado en las comidas y sus decoraciones. También existen canales de YouTube dedicados a esta pasión gastronómica, aunque el servicio fundamental para un foodie, su ecosistema natural, es Instagram.

SER FOODIE

Este término se utiliza para denominar a una persona joven con un marcado interés por la cocina, el vino y la cultura culinaria en general. Es aquel al cual no le interesa sólo lo mejor de la gastronomía, sino que le interesa todo.

En efecto el foodie no es exclusivamente un consumidor de productos de alta gama, y no desdeña bodegones barriales, mercados callejeros y vinos de supermercado; además de ser un buscador de rincones y sabores desconocidos.

A su vez no tiene ningún vínculo profesional con el mundo de la comida y la bebida, ya que es un amateur apasionado que ama comer, cocinar, recibir gente e inmortalizar los momentos con sus smartphones o sofisticadas cámaras.

Estos consumidores, que tienen como target de consumo a las marcas de productos top en el rubro gastronómico, suelen ser hombres y mujeres de 30 a 40 años, de clase media o media alta, para quienes comer es mucho más que alimentarse.

Por tanto, si el argentino promedio destina un 10% de sus ingresos a la compra de alimentos y salidas a restaurantes, un foodie llega a invertir hasta un 25% en ese rubro; aunque esto no significa que los integrantes de este fenómeno sean millonarios.

En este sentido, los foodies se caracterizan por buscar buena comida y bebida pero no necesariamente en los lugares más lujosos y conocidos.

UN ESTILO DE VIDA.

Cuasi fuese una religión existen ciertos mandamientos que caracterizan a estos “intelectuales de la comida”, para los cuales comer significa más que la simple actividad de alimentarse, ya que constituye una experiencia en sí misma.

Asimismo su pasión gastronómica se extiende todo tipo de bebidas: conocer sobre vinos, cócteles, destilados y tener la capacidad para hacer armonías con los platos que se degustan, es un condimento esencial.

Otra de las virtudes de los miembros de esta nueva tribu es que tienen un gran conocimiento sobra la historia, las tendencias, las innovaciones, los nuevos ingredientes, los datos nutricionales y los chefs del momento.

Sin embargo, también se enorgullecen de que siempre vuelven a lo clásico, llevando a la mesa las recetas de la “nona”. Al respecto se jactan por rescatar la comida tradicional y por honrar los típicos productos nacionales y regionales.

Entre sus mandamientos los foodies también organizan salidas gastronómicas entre semana para tener una experiencia culinaria más íntima, testear el servicio en forma más personal y porque es el momento propicio para conocer a los encargados de la cocina.

En esta órbita el intercambio de emociones y anécdotas sobre las recetas, su historia, los métodos y las herramientas empleadas en la preparación son parte fundamental del ritual.

Asimismo los foodies tienen el afán por conocer la procedencia de los alimentos, buscando el contacto con el productor local para conocer los productos desde el primer paso de la distribución.

ARTE FOODIE.

Si quieres convertirte en un foodie y pretendes subir tus experiencias a las redes sociales, Instagram y Twitter son las plataformas indicadas, pero es indispensable que acates ciertos tips.

Entre las consideraciones más importantes para no incurrir en errores fotográficos, se destaca la limpieza constante de la lente como las imágenes de platos vírgenes.

La luz también es fundamental, y aunque la mejor iluminación es la natural, no hace falta ser un profesional para conseguir buenas capturas con luz artificial. Utilizando el flash del celular u hojas blancas como reflectores se pueden borrar las sombras y tener una iluminación óptima.

Otra de las opciones caseras para tener un excelente producto final es la utilización de trípodes. En este caso una copa de vidrio puede oficiar de soporte para que el pulso no arruine la imagen.

También vale remarcar que existen decenas de aplicaciones para poder editar las fotos en el teléfono antes de publicarlas, pese a que los foodies más “conservadores” afirman que la mejor instantánea es aquella que se saca con la cámara que uno lleva encima y sin la contaminación digital.

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